Bogotá, 12 de marzo de 2009
Señores
Presidentes de las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe
Presidentes de las Comisiones Episcopales de Liturgia, Catequesis y de la Misión Continental de América Latina y el Caribe:
Paz en Cristo.
Los Obispos responsables, el secretario y los expertos de las Secciones de Liturgia y Catequesis del Departamento de Misión y Espiritualidad del CELAM nos hemos reunido en Bogotá, en el espíritu de Aparecida, los días 11 y 12 de marzo, para profundizar la dimensión catequética de la liturgia y la dimensión celebrativa de la catequesis, a partir del documento de Aparecida y del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos, a la luz de la misión continental.
Esta reunión la hemos hecho siguiendo el deseo de trabajar en común y respondiendo al llamado a la conversión pastoral (cf. DA 370).
En nuestro caso propio, entendemos que la catequesis sin celebración se convierte en un ejercicio intelectual sin consecuencias para la vida, así como la celebración sin catequesis se convierte en un rito incomprensible.
Pensamos que la misión continental, si ha de conducir a la formación de discípulos misioneros, ha de implicar la Iniciación cristiana. Ésta es un proceso catequético-litúrgico prolongado, que se ordena a la vida cristiana en su conjunto y no sólo a recibir sacramentos.
A la luz de esto consideramos que:
1. El Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es un modelo inspirador de itinerarios de iniciación cristiana tal como lo presenta el DA 293.
2. Hemos de realizar la misión de tal manera que impulse a las personas a buscar el sentido de la vida (cf. DA 291), que se encuentra en la persona de Cristo, en su vida, muerte y resurrección.
3. En nuestros pueblos, un valioso punto de partida que favorece la apertura a la trascendencia es la piedad popular (cf. DA 549); ella será plenamente iluminada por el kerygma.
4. La conversión inicial, que responde positivamente al kerygma, hace posible continuar un proceso estructurado de Iniciación cristiana.
5. A lo largo de este proceso debe estar presente siempre la Palabra de Dios (cf. DA 247s) y la acción de la comunidad, a la que el catequizando o catecúmeno se va incorporando.
6. Al pasar de una etapa a otra del proceso catecumenal se debe evaluar el progreso de vida de los participantes (cf. DA 288), por medio de los llamados escrutinios.
7. La meta de todo el proceso es una “forma de vida eucarística” (cf. Sacramentum Caritatis 70); ésta no significa meramente acceder al sacramento de la Eucaristía y recibir la Comunión, sino hacer de toda la existencia una acción de gracias y un compromiso con la caridad y la justicia (cf. Rm12,1s; Heb13,16).
8. Celebrados los sacramentos de Iniciación, comienza la vida cristiana plena con la etapa de la mistagogía, que profundiza la comprensión y vivencia de los dones recibidos en la Iniciación.
9. Para el discípulo misionero su vida cristiana es un proceso permanente de conversión, compromiso y profundización en el misterio de Cristo.
Habiendo compartido con ustedes nuestra reflexión de estos días, invitamos a las comisiones de Liturgia, Catequesis y Misión Continental de todas las Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe, a realizar este diálogo y trabajo conjunto dentro de su contexto eclesial.
Fraternalmente en Cristo,
+ Juventino Kestering + Lorenzo Voltolini Esti
Obispo de Rondonópolis Arzobispo de Portoviejo
Responsable Sección Catequesis del CELAM Responsable Sección Liturgia